lunes, 1 de diciembre de 2008

Marcelino G. Velasco-VI

Autilla de Campos es un pueblecito muy próximo a la ciudad de Palencia y en su término, en un pequeño promontorio se preparó hace algún tiempo una plataforma visual única. Desde su cúspide se alcanzan a ver varios pueblos de la Tierra de Campos y la inmensidad de los trigales castellanos allí emulan a un mar verde en primavera y amarillo en verano. Escribe Marcelino en su parte IV del libro TRATADO DE CASTILLA: Historias e Impotencias:

Si el árbol
pierde su ramas,
¿quién lo llamará árbol?

Si le arrancan al hombre
los brazos del trabajo,
¿quién lo llamará hombre?

Si se van de la tierra
las gentes
que la cuidaron,
¿quién la llamará tierra?

Hoy insertamos el poema primero de dicha parte:

MIRADOR DE TIERRA DE CAMPOS EN AUTILLA DEL PINO

Ilustra el poema una serie de cuadros de la excelente pintora palentina Mª Cruz Antolín. Con nuestro agradecimiento más emotivo y sincero.

1 comentario:

Carmen Arroyo dijo...

"Si el árbol
pierde sus ramas,
¿quién lo llamará árbol?"

El poeta desgrana la eterna canción de la nostalgia que nace desde un hondo sentir y el convencimiento pleno de que en todo lo creado se nos da la posibilidad de reencontrarnos con nosotros mismos. ¿Qué sería del hombre sin raíces que lo aten a la tierra, sin la luz que ilumina cada nuevo amanecer, sin la ternura de un instante feliz?
La cadencia de la música, el ritmo de la palabra, la belleza de las imágenes, se conjugan con la voz de Jesús para brindarnos un instante único en el que todo se transforma en único poema. Castilla es cantada y contada por Marcelino García Velasco en su libro Tratado de Castilla. Aquella idea de grandeza que nos grabaron en la escuela, casi a golpe de memoria, dio paso a otra realidad más cercana: era preciso emigrar para ganarse el pan fuera de casa. Quedaban aquí los padres, la trébede, los amigos, la novia en eterna espera, la imposible canción para un amanecer risueño. Y, luego, se hizo la alegría y la vuelta a casa fue mar de trigo anudado a la razón de sentirse realizado como hombre.
- Aquí estoy, madre, ya de vuelta...
y nunca, de tan prieto, pudo caber menos aire entre un abrazo. Carmen Arroyo